CENTRÍPETOS Y CENTRÍFUGOS

El gregarismo, la cohesión, la tribu, la manada, están inscritos en nuestros genes desde que el mono es mono, o incluso antes de que subiéramos y bajáramos de los árboles.
Pero también en nuestros genes está inscrito, en forma de instinto, que lo que duele repele y lo que place atrae. Si estas a gusto te quedas, y si estas a disgusto te vas. O al menos lo intentas, salvo perversión sadomasoquista.

En este sentido, nuestra mecánica biológica, ecológica, y social, es más sofisticada y elevada que la de los átomos y sus partes constituyentes (protones, electrones… quarks), pero puede pensarse que, en una continuidad de grado, responde a las mismas leyes físicas que ligan y disocian la materia.
Incluso nuestros afectos que nacen del alma, se paran y se congelan si esos pequeños corpúsculos detienen su baile.

La danza que ritualiza el acercamiento de los amantes, quizás tenga el mismo fundamento que la órbita que enlaza al electrón con su núcleo, aunque no hay que olvidar que por cada filia hay una fobia, y por cada acercamiento una despedida.

Los gregarios de Rajoy, en estos días de cólera ardiente y sequedad climática, están más contentos que unas castañuelas castizas, porque en las encuestas que manejan, la fobia independentista catalana está de barretina caída. Ha perdido fuelle.
Aún así no quieren arriesgarse a que la gente se exprese.

Quizás por eso mismo, aunque están convencidos de que lo han hecho «muy bien», pero que muy bien, en todos los sentidos y ámbitos (ya a nivel nacional), no quieren arriesgarse a que los ciudadanos lo duden, y quieren amañar la ley electoral para timar al personal en las próximas citas electorales.

Interpretan con escaso fundamento y excesivo voluntarismo, que el incipiente desafecto hacia la propuesta de Mas traduce un amor filial hacia Rajoy, y una querencia sentida y sincera hacia las propuestas centrípetas y «patrióticas» del PP, que cuando piensa en «patria» nunca sabemos si piensa en Suiza o en Singapur (que es donde suelen ingresar el dinero que roban a España algunos «patriotas»).

Nada más lejos de la realidad que ese amor hacia el presidente de gobierno y sus propuestas, porque allí, en Cataluña, no lo (las) pueden ver ni en pintura.
También lo dicen las encuestas.

Así como no hace tanto, la principal tendencia que los hechos y las encuestas revelaban era el empuje de la fobia independentista catalana, que quería huir de donde no encontraba sosiego ni acomodo (ni «estado de bienestar social»), poco después esa fobia se trasladó en parte (como un boomerang) hacia los «padres de la independencia», una vez conocido que en su núcleo y germen eran un nido de corruptos y mangantes, escamoteadores del patrimonio público y el bienestar social, y que incluso al día de hoy hacen el pasillo y el besamanos al ex honorable de «la Famiglia».

Con lo cual, como esto parece en pocas palabras un enfrentamiento entre «La Famiglia» y el «Partido Podrido», patriotas unos y otros cuya principal virtud es robar a la patria (excepción hecha de los que son honestos pero sordos, ciegos, y mudos), el ciudadano está confuso y hasta la coronilla de ambos.

Y es que la auténtica locura es la de los que piensan que en una sociedad, en una nación, en un continente que es al mismo tiempo una civilización (tal que Europa), la corrupción, el maltrato al ciudadano, y el malestar consiguiente es un buen pegamento político.

Los ideólogos de la desregulación y del «Homo homini lupus», los promotores y actores del expolio del «estado de bienestar social», son los últimos responsables de que griegos, catalanes, y tantos otros europeos (de uno en uno, de diez en diez, o de cien en cien), que antes creían en Europa y en la manada, no sepan ahora para donde tirar.

Como perros asilvestrados y con hambre, aúllan.

Publicado el 24 julio, 2015 en Artículos y etiquetado en , , , , , , , , , . Guarda el enlace permanente. 1 comentario.

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