Que 50 años no es nada

 

Pongamos que un gran país del Occidente europeo (uno, grande, y libre), sometido al vasallaje de una gran potencia hegemónica (del Occidente libre también), no tenga a menoscabo de su orgullo y grandeza, hacer durante 50 años de basurero radioactivo de 4 pepinos termonucleares como Dios manda (made in USA), más potente cada uno por si sólo que los de Hiroshima y Nagasaki.

Pepinos que no explotaron de chiripa y puro milagro. País que por esos extraños azares que rigen la historia, no fue borrado del mapa junto con su caudillo, dejando un socavón tan grande como su propia desgracia (¡para habernos matado!).

Supongamos ahora sobre todo ello (y hablo de Palomares), que aquella gran potencia hegemónica sigue siéndolo -pero menos-  medio siglo después, y que aquel país uno, grande, y servil, sigue siéndolo cincuenta años más tarde, y como rendido vasallo consiente una tras otra y no pone el grito en el cielo (de donde cayeron aquellas tremendas bombas) cuando su generoso aliado pretende ahora -décadas de radiación isotópica por medio- cobrarle la factura alícuota de aquel genocidio frustrado, y de la necesaria y aún pendiente descontaminación radiactiva del terreno, que no deben ser cuatro perras.

Y mira que son ricos en aquel gran país (al menos unos cuantos), pero se miran el dólar como aquí nos miramos el paro y el hambre.
¡Porque aquí hay hambre, y no sólo de justicia, señores diputados! ¡También de comida y orgullo nacional!

Pero con tanto chorizo es imposible.

Así que nos quieren cobrar la factura del bombardeo atómico que nos propinaron gratis de entrada (como aquello de la OTAN). Digo yo que será por haber sobrevivido. ¡Y a tragar!

Queridos compatriotas, convendrán  conmigo en que cincuenta años no es nada, y es que parece que hoy fue ayer, que febril la mirada sigue viendo lo que ya vio.
Y lo más cómico es que en vez de esto -que no es para saltar de alegría- lo que más nos preocupa y entretiene es Venezuela. ¡Para pegarse un tiro!

¡Que perra se han cogido! Y mira que a mí el pajarito de Maduro no me dice ni pio, pero podían haberle cogido manía a Polonia, socio comunitario y liberticida, tendría más sentido y cae mas cerca. Pero para lo que persiguen y pretenden, ese no les vale. Como tampoco protestaban por las fechorías corruptas de Carlos Andrés.

Si es que no hay coherencia.

En cualquier caso, como nuestra grandeza sigue siendo inmensa, y nuestra constitución inmejorable, y nuestro orgullo pelín infundado (sirva esto de estímulo y acicate de cara al futuro), vienen ahora unos banqueros, germánicos mayormente aunque  no solo, a rebajarnos un poco los humos y ponernos en nuestro sitio, utilizando nuestra Carta Magna como papel higiénico de sus orondos culos.

Verán ustedes -sin embargo- pulular por ahí, algunos monaguillos de triste hechura que a este acto de sublime hediondez lo llaman » libre mercado», y a nuestro país, uno, grande, y soberano.

Cosas de la secta arqueo neoliberal, que donde posa su doctrina planta un pino y no tira de la cadena.

De manera que muy bien pudiéramos decir, que en nuestro caso singular y digno de estudio, el orto se junta con el ocaso (celebramos ahora las bodas de oro), y no sabemos si más allá del ocaso (marca de funeraria) hay esperanza todavía o esplendor posible.

Pero no se agobien. Que para todo hay solución menos para la muerte atómica, y en este país podemos con eso y con mucho más.

¡Mientras no nos salven los patriotas o nos vuelen por los aires los aliados!

Publicado el 21 enero, 2016 en Artículos y etiquetado en , , , . Guarda el enlace permanente. 1 comentario.

  1. Lo de Polonia es peor que el Polonio, por lo menos las bombas no reventaron, pero lo otro es contagioso y va a toda leche.

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